Luego del lanzamiento de Sin rueditas me quedé con muchas ganas de seguir escribiendo sobre Sofi, la protagonista. Siempre me cuesta dejar atrás un grupo de personajes, pero en este caso la sensación era otra pues encerraba algo de certeza: algo dentro de mí me decía que escribiera otras historias de Sofía. Con esta sensación y el desafío de aprender a andar en bici sin rueditas en mente, pensé en que hay otros momentos de la vida que recordamos para siempre y uno de ellos es la caída de nuestros primeros dientes. De eso se trata Boca de tiburón: de lo que le pasa a Sofi cuando se le aflojan los dientes de leche. Como a algunas personas, a ella le dan miedo los ratones y no quiere saber nada con que venga uno a llevarse sus dientitos. Lo que más me gusta de escribir a Sofia es que las resoluciones a sus conflictos suelen ser diferentes a lo que se me ocurre primero. Algo sucede mientras escribo, como si ella se ocupara de tomar el dominio del teclado. Me divierte y emociona. Está en mis planes seguir escribiendo historias de Sofi, hacerla crecer, acompañarla en ese tránsito tan fundamental que es el paso de la infancia a la adolescencia.
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