Mila se hace preguntas desde su lona de flores en la playa y escucha una música nueva: ¿de dónde viene? Y escucha otra, ¿conoce esa canción? Se anima a pararse en su lona y a pisar la arena, ¿se animará a nadar lejos? Acerca una caracola a su oreja y espera: ¿allí encuentra otra música? ¿Qué cosas descubre? ¿Existen palabras para nombrar todo?
Mila wonders from her flowered tarp on the beach and listens to new music: where does it come from? Then she listens to another, does she know that song? She encourages herself to stand on her tarp and step onto the sand, will she dare to swim away? She brings a seashell to her ear and waits: there she finds another music, what things does she discover, are there words to name everything?
Este cuento lo escribí hace muchos años, antes del 2000, luego de leer algunos cuentos de la colección Chiribitil. Cuando la directora de la colección, Violeta Canggianelli, me pidió algunos relatos para sumarme a la serie “nuevos cuentos del Chiribitil”, Mila en el mar fue uno de los que envié. Le tengo mucho cariño a esta nena pequeña, que ama el lugar donde vive y se siente parte del ecosistema marino. Pienso que tiene alguna relación con la nena de El mar y la serpiente. Pienso que tiene también relación con el modo de contar propio y característico de la colección Chiribitil, libros entrañables que marcaron mi infancia y que aún pueblan mi biblioteca y la de mi hermana. El trabajo que hizo Diego de Arena me encanta y se adecúa perfectamente a la estética que imaginaba para el relato. Es un Chiribitil con todas las letras y se debe también a que él encontró los modos de dibujar para que así fuera.
Ser parte con este libro de la colección es otro sueño hecho realidad. Mi niñez de lectora y mi ser escritora confluyen y se abrazan en Mila en el mar.