Con Andrea Ferrari nos fuimos acercando de a poco, como esas plantas que van buscando el sol y confluyen bajo los mismos rayos en un patio de los que hay aún en esta Buenos Aires que nos cobija a ambas. En cada reunión, más palabras compartidas, cada vez más. Hasta que hace un par de meses nos despachamos y compartimos mucho en un viaje inolvidable a Bogotá.
Habíamos intercambiado mails cuando salió premiada Una casa de secretos y también cuando salió La noche del polizón. A Andrea le gusta mi escritura y a mí, la suya.
En un café, no hace tanto, encontramos similitudes y también discrepancias sobre el modo de abordar las historias que nos conmueven. Fue una conversación tan enriquecedora que decidimos no dejar pasar demasiado tiempo sin repetir los encuentros. Estos son otros regalos que da la literatura: acercarse a personas así de valiosas, construir amistades.
La mañana que me enteré que Una casa había recibido una mención y que la ganadora había sido La noche, mi alegría fue doble. Por mi premio y porque la ganadora fue La noche del polizón, de Andrea Ferrari, una novela fuerte, contundente, bellísima.
Algo parecido me pasó el año pasado, cuando ganó El rastro de la serpiente de Laura Escudero y me enteré que mi Solo tres segundos había entrado en la mesa de discusiones.
Es que, con ganadoras así, no hay posibilidad de sentirme fuera de la alegría. Porque la que gana es la literatura comprometida y de eso, soy parte.
Habíamos pensado en subir juntas al escenario. Luego nos dimos cuenta de que eso no podía ser posible y estuvo muy bien, porque Andrea merecía ese aplauso cerrado que brindamos a su trabajo. Yo estaba tan emocionada por lo que estaba sucediendo que olvidé decir el orgullo que me dio compartir premio con ella. Lo dejo escrito aquí, ahora.
Gracias Nora Lía Sormani, Silvia Motta, Cris Ramos, Daniel Roldán y Elena Stapich por la justificación que escribieron para dar lugar a la mención. Gracias por valorar las investigaciones, por reconocer el trabajo en lo estructural y en lo emocional que puse en esta novela. Mientras escuchaba lo que Cecilia Repetti leía sentía dentro de mí que un globo de emoción se iba inflando, inflando, inflando.
¿Cómo no seguir por el camino elegido luego de reconocimientos tan hondos?