-Despliegue su oscuridad como si fuera una gran tela. Deberá asirla por sus centros pues no es posible verle límites.
-Alísela. No se dejará pero sea perseverante en este punto. Tiene que quedar bien lisita. Pase sus manos una y otra vez sobre la oscuridad. Al tacto la notará suave, irresistible. No se deje envolver por ella. No se tiente. Extiéndala frente a usted.
-Tome un objeto filoso -cuchillo, navaja, vidrio punzante, etc- y clávelo en el lugar oscuro que indique su mano. Cualquier lugar sirve para hacer este primer orificio.
-Una vez hecha la primera grieta, el resto es cuestión de tiempo y organización. Se puede proceder de incontables maneras, según su gusto y habilidad. Le sugiero dos métodos, pero lo más conveniente es que usted invente el suyo:
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a partir de ese primer corte puede tomar una tijera y arremeter hacia arriba, luego hacia un lado, hacia abajo y, rápidamente, completar el rectángulo o cuadrado logrado. Puede seguir cortando rectángulos e ir apilándolos a su lado. Prolijos pedazos iguales de oscuridad, luego puede encarpetarlos o construir barcos o aviones, depende de sus ganas de desprenderse de ellos;
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con el mismo objeto filoso que tomó al principio puede ir rasgando la oscuridad caóticamente, siguiendo sus impulsos. Es particularmente gozoso cortar círculos imperfectos. No se asome por ellos, la oscuridad puede rodear su cuello y quitarle el aire. Esos redondeles luego pueden arrojarse lejos o usarse como objetos decorativos. Quedan muy bien en ciertos rincones de las casas luminosas. Los triángulos imposibles también son muy fáciles de lograr siguiendo el caos y se los recomiendo si es amante de las sombras, son bellísimos.
-Le advierto que la oscuridad interior tiende a descontrolarse. Le encanta extenderse. A ciertos caracteres de tinte melancólico les da un placer único dejarla ser. Relájese sin olvidar estas instrucciones. Lo importante es hacer ese primer tajo.