Libro

El pelotazo

La primera versión de este cuento la escribí cuando mi hija Juana tenía tres años. Íbamos a la plaza casi todos los días y en uno de esos días fue que se me ocurrió la historia de un viaje a la luna sobre una pelota. Cuando volví a casa lo escribí en mi computadora y ahí quedó durante una década o más, esperando su momento. Y llegó una tarde en que hablé con Laura Leibiker, mi editora, y le transmití mis ganas de ser parte de la colección Buenas Noches, porque soy muy fan de Keiko Kasza y colecciono –valga la redundancia– los libros de Buenas Noches. Así que le mandé algunas ideas y a ella le gustó esta historia de El pelotazo, con sus huecos y su final abierto, sujeto a la imaginación de quien ilustrara. Claro que había que buscar quien me acompañara en la aventura proponiendo ideas para todo lo que el cuento no decía. Creo que Poly Bernatene se nos vino a la mente al mismo tiempo y, como suele suceder cuando las cosas tienen que pasar, a Poly le encantó la idea y nos pusimos a trabajar.
Un amigo y colega, Germán Machado, me dijo alguna vez que un libro álbum es aquel que, si se lee por teléfono no se entiende. Es así porque se lee tanto por sus textos como por sus imágenes, de modo tal que si solo se lee una parte, el sentido queda incompleto. Con Poly trabajamos para que en El pelotazo sucediera eso: hay que leerlo y hay que observarlo, no se puede entender sin hacer las dos cosas. Me encantó trabajar con él. Ojalá encontremos otros proyectos conjuntos en el futuro.