Desde mi cristal

Una biblioteca escolar con mi nombre

¡Qué honor! Y qué irreal se siente semejante honor.

¿Por qué mi nombre entre tantos otros nombres?

La historia comienza hace ya varios años, cuando el cuerpo docente de la Escuela Primaria Nro. 129 de González Catán, provincia de Buenos Aires, decidió que la biblioteca escolar necesitaba un nombre elegido por la propia comunidad. Decidieron que sería el nombre de un escritor o escritora que las chicas y los chicos hubieran leído o estuvieran leyendo y también, que serían ellas y ellos quienes se ocuparían de llevar adelante todo el proceso electoral.

Me contaron que, además de leer algunos de nuestros libros, los sextos grados junto a la bibliotecaria de entonces, Viviana Ubiedo, organizaron una campaña para cada nombre propuesto y que cada grupo recorrió los grados argumentando por qué la biblioteca debía llevar tal o cual nombre. Armaron una urna, pusieron fecha, se realizó la votación grado por grado. También votaron las familias, las maestras, la bibliotecaria, incluso la supervisora del distrito.

Mi nombre fue el más votado. Resulté elegida. Los resultados se compartieron en la cartelera escolar para que todas las familias lo supieran.

Me avisaron, me pareció increíble. Brindamos a la distancia y quedamos en que lo haríamos efectivo cuando visitara la escuela.

Luego vino la pandemia y tras la pandemia, complicaciones. El tiempo, el agua, el gas, imprevistos que le pusieron suspenso a la inauguración.

Finalmente, el viernes 30 de agosto de 2024 sucedió el encuentro y pudimos festejar. Una artista local, Viviana Berón, realizó los murales de ingreso a la biblioteca. Por dentro, muchos otros poblaron las paredes. Allí hay diseños que remiten a El mar y la serpiente, La tía, la guerra, La chica pájaro, La desobediente, Dos pequeñas gatas japonesas, “Manuel no es Superman”, Emi+Emi… Y claro, habiendo escrito Muralistas, no podía ser de otra manera.

Hablamos con las chicas y chicos de sexto que los pintaron sobre lo que sintieron al dejar esa huella. Pero antes, hablamos con las chicas y los chicos de todo el colegio sobre mis libros, sobre qué significa ser escritora, sobre qué les pasa a ellas y a ellos con las historias que invento, sobre lo importante de compartir lecturas, de conversar y pensar con otros y otras.

Fue una mañana inolvidable. Fue una alegría. Fue un sueño que no me animé a soñar, que pasó directo en la vida. ♥