Dos niños se encuentran preparándose para una batalla emblemática de la historia argentina: la de la Vuelta de Obligado, sucedida el 20 de noviembre de 1845. Uno se enlistó voluntariamente; el otro, obligado por su patrón. De la amistad que nace entre ambos se desprenden diferentes maneras de entender el profundo sentido de la palabra “soberanía”.
Two boys are preparing for an emblematic battle of the Argentine history: the Vuelta de Obligado, which took place on November 20, 1845. One enlisted voluntarily; the other, forced by his employer. The friendship that arises between them gives rise to different ways of understanding the deep meaning of the word “sovereignty”.
Cuando Liliana Villanueva publicó ese homenaje maravilloso que es Las clases de Hebe Uhart, lo compré y leí apenas salió. Allí Hebe explica, mediada por Liliana, que para escribir un cuento dentro de un escenario histórico, hay que encontrar una pequeña “abertura” en el relato de la verdad histórica por el cual podamos colar la ficción. Un espacio que acoja lo imaginado de modo que quien lee no pueda saber si realmente lo inventamos o puede haber sucedido sin que nadie se entere. A mí me dieron ganas de experimentar esa sensación y elegí la batalla de Vuelta de Obligado para probar. La tenía presente porque hacía poco tiempo había escrito una columna de opinión para la revista PIN sobre el concepto de soberanía y nuestra efeméride del 20 de noviembre, así que usé esa batalla por pura comodidad. El desafío que me impuse fue partir de un documento histórico y que lo que contara en mi ficción pudiera haber sucedido y luego, olvidado. Así fue como escribí una primera versión de “Volver de Obligado”.
Tiempo después, estando de visita en editorial Norma, Laura Leibiker, mi editora, me comentó que tenía en mente armar una serie de cuentos sobre las efemérides del año escolar argentino y yo le conté sobre mi experimento y el cuento que había resultado. A ella le interesó mucho la idea de partir de un documento histórico y me pidió leer el cuento. Cuando el proyecto La historia se hace ficción estuvo en marcha, reescribí el cuento a la luz de las sugerencias del historiador Federico Llorens, que fue asesor del proyecto y así tomó su forma definitiva.