Emi se muda de barrio y comienza las clases en una nueva escuela. Se sienta junto a Emi y se convierten en amigos inseparables. A Emi y a Emi les gustan las preguntas difíciles, los saludos secretos, los juegos, y compartir pequeñas maravillas, como el nacimiento de unos gatitos adorables.
Emi moves to a new neighborhood and starts classes at a new school. Emi sits next to Emi, and they become inseparable friends. Both Emis enjoy asking tough questions, sharing secret greetings, playing games, and discovering little wonders, like the birth of some adorable kittens.
No saben qué alegría sentí cuando María Fernanda Maquieira y Lucía Aguirre, mis editoras de Loqueleo, aceptaron la propuesta de publicar estos dos cuentos entrelazados. Es una apuesta editorial que les agradezco pues el primero de los dos cuentos ya ha sido publicado por Unicef y continúa su circulación. En este libro agregamos otro relato que completa la idea de que no hace falta conocer el sexo de un ser para poder nombrarlo y quererlo. Todos tenemos el derecho a un nombre y a ser cuidados, seamos humanos, gatos, perros o seres de cualquier otra especie que pueda convivir legalmente en una casa humana. Como ya les conté en la entrada de “El lunes conocí a Emi”, de lo que tratan estos cuentos es de valorar, pensar, desear, preguntarnos acerca de cómo construir una amistad duradera. Una amistad que crezca como crece un refugio hecho con nuestras propias manos, donde haya diversión y también aburrimiento compartido, donde haya respeto mutuo y admiración, donde las ganas de estar juntos hablando y cantando sean tantas como las ganas de estar juntos en silencio, mirando con emoción cómo la vida nos sorprende a cada paso.