Libro

Lo que guarda un caracol

Incluída entre los mejores 20 libros de LIJ de Iberoamérica 2018. Premio Fundación Cuatrogatos (Miami, EEUU)

Esta novela surgió de varias vertientes. Una pregunta de un joven desconocido, el comentario de un querido colega que observó que aún no habían aparecido los científicos en mis ficciones, la violencia cotidiana que surge de la intolerancia, la reflexión sobre ciertos aspectos de mi novela anterior acerca de cómo estar con otros luego de atravesar una instancia que nos dejó desnudos frente al mundo, y más y más que fue surgiendo mientras estudiaba, escarbaba, desenterraba y, especialmente, mientras me proponía mirar el mundo de un modo nuevo.
La escribí acaracolada en muy poco tiempo luego de un larguísimo estadío de maduración dentro de mí. Este proceso me reveló algunas cuestiones relativas a lo que necesito que suceda para que el deseo de la escritura me atraviese y me lleve hacia adelante, aún cuando desconocía qué iba a resultar de todo lo que se cruzaba por mi cabeza, aún cuando seguía una estructura predelineada que los personajes me hacían redibujar una y otra vez.
Pero esta novela no sería la que es si no hubiera conocido a la Dra Juliana Giménez, investigadora de Conicet especializada en moluscos. Luego de varios intercambios de mails, una tarde fui a conversar a su laboratorio y luego de contarle la historia que imaginaba escribir, ella me aportó imágenes, comentarios, objetos que fotografié, me mostró los animales con los que trabaja, me presentó a su equipo de trabajo y me dio papers para leer y hacer crecer a mis personajes. Al menos un par de veces me repitió que ella ya veía a Fernando y a sus becarios trabajando por ahí, que no le eran nada extraños. A partir de ese encuentro seguimos conectadas y leyó bocetos previos a la publicación para afianzar la parte científica y hacerla verosímil. Fue valiosísimo saber que tenía una “cómplice” detrás de la puerta 19 real que está en el pabellón II de Ciudad Universitaria.
La portada es obra de mi colega Raquel Cané, escritora e ilustradora además de diseñadora. Raquel trabajó mucho, hizo muchas tapas alrededor de varios de los ejes emocionales que la novela plantea hasta que llegó a esta imagen que nos magnetizó a todas. Era esta la puerta de entrada para este relato, no hubo dudas cuando la vimos. Es magnífica por lo sugestiva, por esa luz que oculta y revela, por ese azul tan particular.

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