“Del tiempo que fui huérfana” (para Haroldo, la revista del Conti)
No perdí el nombre. Mi madre logró que lo retuviera y yo me aferré a él como si esa U central fuera el asiento de una balsa.
“Este espacio nace para compartir recortes de la realidad que veo, que huelo, que escucho, que palpo, que siento.”
No perdí el nombre. Mi madre logró que lo retuviera y yo me aferré a él como si esa U central fuera el asiento de una balsa.
En octubre de este año, 2022, más precisamente el día 22, las Abuelas de Plaza de Mayo han cumplido 45 años de existencia como asociación de búsqueda colectiva.
Anécdotas, chistes, penas, reencuentros, conflictos familiares, cuentos. Es tesoro del abuelazgo ese de portar la memoria de lo que sucedió hace “mucho, mucho tiempo”.
Mi madre, mi hermana y yo, como la mayoría de las familias que conozco, compartimos un grupo de chat. Circulan por ahí fotos, alegrías, memes, proyectos, ansiedades, videos, textos, broncas, satisfacciones, dibujos, confidencias, preguntas, viajes.
(Linternas y bosques – Literatura infantil y juvenil) «¿Se puede ser estudiante sin ser lector? ¿Se puede ser lector sin ser estudiante? ¿Qué leemos cuando leemos un texto de ficción? ¿Y por qué creemos que podemos prescindir de la ficción al llegar
(Armas y letras) Hace ya 12 años, en 2007, mi querido colega David Wapner escribió un breve artículo en la web Imaginaria llamado “El tema no es el tema”.
«La ciencia no puede ser detenida. El hombre acumulará conocimientos, sin importar cuáles sean las consecuencias. Y no podemos predecir cuáles van a ser. La ciencia seguirá avanzando –ya seamos pesimistas, o seamos optimistas, como yo–.
Cuando dos manos se entrelazan, el mundo deja de ser mío y pasa a ser nuestro. Cuando el mundo es nuestro y hago un chiste, lo mejor es tu carcajada uniéndose a la mía.
No perdí el nombre. Mi madre logró que lo retuviera y yo me aferré a él como si esa U central fuera el asiento de una balsa.
En octubre de este año, 2022, más precisamente el día 22, las Abuelas de Plaza de Mayo han cumplido 45 años de existencia como asociación de búsqueda colectiva.
Anécdotas, chistes, penas, reencuentros, conflictos familiares, cuentos. Es tesoro del abuelazgo ese de portar la memoria de lo que sucedió hace “mucho, mucho tiempo”.
Mi madre, mi hermana y yo, como la mayoría de las familias que conozco, compartimos un grupo de chat. Circulan por ahí fotos, alegrías, memes, proyectos, ansiedades, videos, textos, broncas, satisfacciones, dibujos, confidencias, preguntas, viajes.
(Linternas y bosques – Literatura infantil y juvenil) «¿Se puede ser estudiante sin ser lector? ¿Se puede ser lector sin ser estudiante? ¿Qué leemos cuando leemos un texto de ficción? ¿Y por qué creemos que podemos prescindir de la ficción al llegar
(Armas y letras) Hace ya 12 años, en 2007, mi querido colega David Wapner escribió un breve artículo en la web Imaginaria llamado “El tema no es el tema”.
«La ciencia no puede ser detenida. El hombre acumulará conocimientos, sin importar cuáles sean las consecuencias. Y no podemos predecir cuáles van a ser. La ciencia seguirá avanzando –ya seamos pesimistas, o seamos optimistas, como yo–.
Cuando dos manos se entrelazan, el mundo deja de ser mío y pasa a ser nuestro. Cuando el mundo es nuestro y hago un chiste, lo mejor es tu carcajada uniéndose a la mía.
¿Cuántas veces por día somos humanos y cuántas, simplemente, animales? ¿Somos siempre el mismo ser humano? ¿Qué se pone en juego cada vez que nos damos cuenta de que nos comportamos de manera inhumana?
(Revista Aquelarre) Años atrás escribí una entrada en mi blog que hoy retomo. Encuentro muy saludable volver a lo dicho y repensarlo. No me siento muy alejada de lo que escribí entonces, sí he ejercitado ese derecho que tenemos a ser un cuerpo que ríe, que baila, que abre los ojos y se mira y se acaricia.